Mi Historia Danzada #6

Hoy es el turno de la historia danzada de Carla 🙂

Siempre estaba bailando y en movimiento, desde chiquita. Bailaba árabe, Bandana, Piñón Fijo, música disco, lo que sea que tuviera ritmo y me hiciera sentir algo que me provocara movimiento.

Siempre admiré a las bailarinas, quería ser como ellas, pero nunca me dejaron hacer danza cuando era chiquita, porque no tenía ‘el cuerpo’ y porque no me iba a salir.

Mi abuela siempre dijo que tenía alma de artista, pero ella no podía llevarme ya que cerca de donde vivíamos no había lugar donde enseñaran.

Así, después de años de hacer artes marciales, básquet, vóley, de todo, empecé con danza árabe y folklore. A todo esto siempre bailaba en los actos del colegio, donde sabía que sí podía bailar y sentirme feliz. Porque eso era lo que sentía cuando me ponía la pollera y la camisa de paisana y bailaba una chacarera, un escondido, un gato, lo que sea yo lo aprendía y bailaba, me hacía enormemente feliz, no me importaba el dolor de pies, nunca nada me paró para bailar.

Y el año pasado, decidí hacerlo en un sentido más profesional, empezar realmente danza clásica, lo que siempre fue mi sueño.

La felicidad que sentí al ponerme una maya, un pollerín, medias y media punta, no puedo describirlo. Me sentí realizada, sentí que podía hacer todo.

Pero también sabía que no todo quedaba ahí, que tenía muchísimo por trabajar y que obvio iba a hacerlo, porque estaba encantada de trabajar para mejorar.

Pasó un año y crecí muchísimo, aprendí un poco de contemporáneo y este año agregué una danza que nunca creí que iba a bailar: rusa/belorrusa/ucraniana, donde hay una base muy fuerte de danza clasica con escuela vaganova. Me metí para probar, y me encantó. Quedé fascinada el efecto que tuvo la música ucraniana especialmente, en mí. Me hizo bailar y moverme enseguida, aunque solo supiera pasos básicos, yo estaba desbordante de energía y felicidad. Actualmente sigo y soy inmensamente feliz cada vez que el profesor pone la música y marca los pasos, cuando tenemos que bailar, cuando corrige expresiones y movimientos.

Estoy enormemente agradecida con la danza, por acercarme más a mí misma, por hacerme feliz, por hacerme sentir alivio, por sacarme el estrés, la tristeza, todo lo negativo desaparece cuando bailo. Suena a cliché, sí, pero cuando salgo a escena, termina el baile y bajo del escenario, me cruzo a personas desconocidas que me dicen que bailé lindo, que las ‘compré’, que mi expresión de sentir pasión por lo que hago se nota desde el público y no hay nada que le llene más a un bailarín que lo feliciten por su trabajo, por su esfuerzo y dedicación.

Agradezco todos los días a la danza y a la decisión que tomé frente a todos los estereotipos y trabas. Gracias danza, gracias vida y gracias a cada persona que me acompañó, aunque sean pocas, gracias.

Y gracias a todos los bailarines por existir y mostrar su esencia cuando bailan, porque cada uno de nosotros, es arte expresado de forma distinta, pero de una forma hermosa.

@lyra.277

Ph: Flor Falabella

Leave a Reply